jueves, 25 de julio de 2024

OCEANÍA

La mitología polinesia es extraordinariamente homogénea si tenemos en cuenta la extensa zona que ocupan sus habitantes (un triángulo formado por Nueva Zelanda, Hawai, isla de Pascua; y los archipiélagos de Tonga, Samoa, Tahití y Tuamotú). Los recuerdos de las migraciones que poblaron las diversas islas están presentes en las leyendas de los viajes emprendidos por los dioses y héroes. La figura preferida era Maui, versión menor del héroe griego Heracles. Aunque diversos relatos celebran sus extraordinarias hazañas, las logró más mediante triquiñuelas que por la fuerza. Maui alzó las islas desde el lecho del océano con un maxilar y cogió el sol con el nudo corredizo de un lazo, después apartó el cielo con un atizador, dejando unas marcas oscuras que aún se perciben en las nubes portadoras de lluvia.

El paralelismo entre las mitologías de Polinesia y la antigua Grecia también está presente en la historia de la creación. Según los maoríes de Nueva Zelanda, el dios del cielo Rangi estaba tan enamorado de Papa, la madre tierra, que su cópula ininterrumpida dejó encerrados a sus hijos en el útero de Papa. El abrazo apasionado de las deidades griegas Gea y Urano surtió el mismo efecto. Los dioses y las diosas aprisionados rechazaron la propuesta de asesinar a sus progenitores y finalmente separaron a Rangi y a Papa (posteriormente Maui obligó a subir aún más a Rangi con su atizador). El dios de la tormenta Tawhiri-Matea, que estaba de parte de su padre Rangi, causó estragos durante la separación inicial. De todos modos, el sino de Rangi fue levemente comparado con el de Urano, dios del cielo griego. Para ayudar a su hijo Crono a hacer frente a su padre excesivamente apasionado, la diosa de la tierra Gea preparó una potente hoz de afiladas puntas. Crono castró a su padre con el arma y liberó a sus hermanos y hermanas.

Melanesia (al este de Polinesia, abarca; la isla de Papúa, los archipiélagos del Almirantazgo, las Salomón, las Banks, Nueva Bretaña y las remotas islas Fiji), es la segunda de las partes en que se divide Oceanía.

Los habitantes de Nueva Bretaña explican la llegada del mal como obra de To-Karvuvu, hermano medio tonto de To-Kabinana. A través de un acto temerario, To-Karvuvu proporcionó al tiburón sus terribles dientes. La rivalidad eterna de estas deidades gemelas refleja un modo de pensar según el cual los contratiempos y las desdichas se deben a los fallos humanos y a un entorno hostil.

La tradición mitológica de Micronesia (archipiélagos de las Gilbert, las Marshall, las Marianas y las Carolinas) es la menos definida de Oceanía. Al parecer, ha tomado elementos de los mitos melanesios y polinesios, así como ideas introducidas por los viajeros europeos (el primer visitante europeo fue Magallanes, que en 1.521 llegó a Guam). Por ejemplo, en las islas Gilbert la idea de que la muerte llegó al mundo como consecuencia de que los primeros habitantes dañaron un árbol sagrado, presenta claras alusiones cristianas.

Las creencias tradicionales de Micronesia abordaban, principalmente, la veneración de los antepasados. Los habitantes de las Gilbert siempre distinguieron dos tipos de seres a los que apaciguaban. Se trataba de los dioses –anti- y de los antepasados divinos -anti-ma aomata-. Aunque los humanos vivos –aomata- realizaban sacrificios regulares para ambos grupos, lo que más les interesaba era mantener la buena voluntad de antepasados como Taburimai. En su condición de primer vástago humano de los dioses originales, Taburimai navegó en torno a las islas, tomó esposa e inauguró la vida civilizada. Su hijo Te-ariki-n-tarawa trepó por el árbol sagrado hacia el cielo, donde contrajo matrimonio con Ne Te-reere, diosa del árbol. Los habitantes de las islas Gilbert sostienen que la humanidad desciende de estos antepasados aventureros.

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