jueves, 4 de julio de 2024

GRECIA

La leyenda griega consideraba al rey cretense Minos como el primer soberano de los mares. La madre de éste fue una princesa del oeste de Asia llamada Europa que, desde el puerto cananeo de Tiro, fue trasladada a la fuerza a la isla de Creta. El mito de su rapto a manos de Zeus, deidad suprema de los griegos, expresa parte de la deuda que Europa tuvo con sus vecinos orientales más avanzados. Cadmo, hermano de Europa, la buscó inútilmente por las islas hasta que el oráculo de Apolo, en Delfos, le dijo que se olvidara de su hermana y se estableciera en la Grecia continental. Así lo hizo y en Beocia fundó la ciudad de Tebas. Además a Cadmo se le reconoce el honor de haber introducido el alfabeto en Grecia.

Aunque al principio los antiguos griegos asimilaron los mitos y leyendas de pueblos más arcaicos, pronto superaron esa herencia. Valga como ejemplo de préstamo creativo la historia de los trabajo de Heracles. El descubrimiento reciente de una épica sumeria acerca de las hazañas parecidas de Ninurta, hijo del dios del aire, Enlil, no deja la menor duda acerca de que antaño existió en el oeste de Asia una difundida tradición sobre una figura poderosa que tenía garrote, arco y una piel de león. Sin embargo, los griegos se apoderaron del mito al permitir que el semidivino Heracles se convirtiese en dios.

La “Teogonía” de Hesíodo consigna el ascenso de Zeus hasta la máxima posición en el panteón griego. Relata la rebelión del dios contra Cronos, su padre, y hace una lista de los numerosos hijos que Zeus tuvo con mujeres mortales e inmortales. También alude a la cólera de Hera, esposa de Zeus, por esas aventuras.

No cabe duda de que Hera fue una diosa terrestre prehelénica, cuyo culto estaba tan fuertemente arraigado que hubo que asimilarle al de Zeus. Evidentemente, su turbulento matrimonio fue consecuencia de la imposición del culto del padre celestial sobre el de la madre tierra, fuertemente establecido. En una ocasión en que Hera se excedió en la persecución de Heracles, Zeus la colgó del cielo y sujetó sus pies de un yunque.

Se creía que Zeus y Hera habían contraído matrimonio en Creta, además de en otros sitios. Y fue en esta isla, casi un milenio antes de la aparición de Homero y Hesíodo, donde los antiguos griegos sufrieron su primer y más serio reto a su tradición mitológica. Los isleños de Creta –los minoicos- contaban con una religión que no solo tenía una diosa-madre todopoderosa, sino un dios que moría y renacía, como las deidades de Asia occidental. Alrededor del año 1.450 a.C., los griegos conquistaron Creta y ambas mitologías se fundieron. Por ejemplo, se modificó el mito del nacimiento Zeus para permitir su crianza oculta en Creta, después de que su madre Rea, diera a Cronos, para que devorara en lugar de al niño, una piedra envuelta en pañales (Cronos devoraba a sus hijos porque se había pronosticado que uno de sus vástagos lo destronaría).

El culto de Zeus no pudo sustituir la muerte y resurrección anual de su equivalente cretense porque la muerte no podía rozar al inmortal Zeus. Después de la caída de Cronos, en que el universo se repartió entre Zeus y sus dos hermanos Poseidón y Hades, a Zeus le correspondió reinar en el cielo, a Poseidón en el mar y a Hades en el infierno. Consideraban territorio común el monte Olimpo (sede de los dioses en Tesalia) y la tierra.

Dionisio era un dios que moría y renacía al que tal vez los antiguos griegos heredaron de Creta; era una deidad relacionada con los toros y el vino. La tauromaquia de los minoicos –que en la leyenda del héroe ateniense Teseo se confunde con el alimento del monstruoso Minotauro- quizá formara parte de las fiestas en honor a Dionisio.

La mitología y las leyendas griegas fueron de sumo interés para los romanos, que no habían imaginado a sus dioses con forma humana ni contaban con un conjunto de mitos relacionado con ellos. Gradualmente Júpiter fue considerado como Zeus, de la misma forma que se identificó a Marte y a Minerva con Ares y Atenea, adquiriendo estos dioses muchos de sus atributos y mitos.

La fusión definitiva del panteón grecorromano se produjo en el 148 a.C., después de que los romanos se anexaran toda Grecia.

En el ínterin, las conquistas de Alejandro Magno (monarca entre 336-323 a.C.) llevaron la influencia griega hasta la India. Su tolerancia de las creencias asiáticas dio pie a que los griegos adoptaran rápidamente nuevos cultos y los difundieran por Europa. Los más significativos fueron los de; Mithras (de Irán), Cibeles (de Asia Menor) e Isis (de Egipto).

El Partenón aún monta guardia sobre Atenas. Se trata del templo de Atenea, diosa cuyo nombre tomó la ciudad. Lo construyó Pericles durante el período de la Grecia clásica, de 448 a 463 a.C.

Las cumbres peñascosas del monte Olimpo, en el centro de Grecia, se consideraban la morada de los dioses del panteón griego.

El templo de Apolo en Delfos, albergaba el oráculo que decidió el destino de tantos héroes griegos. Su fama y autoridad eran tan grandes que los monarcas se trasladaron de todos los confines para consultarlo.

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