miércoles, 24 de julio de 2024

JAPÓN

El célebre mito de la creación de Izanagi y su esposa-hermana Izanami procede de un conjunto de textos y apenas esclarece el pensamiento japonés antiguo.

El shintoismo es el sistema de creencias más antiguo de Japón. Fue una mezcla de diversas creencias. Abarcó el chamanismo, que aprendieron en el noroeste asiático cuando colonizaron las islas, así como las prácticas animistas de los airu, los primeros habitantes.

Para Shotoku Taishi (príncipe heredero, 572-621) las tres creencias del Japón eran la raíz, el tronco y las ramas y los frutos y las flores de un gran árbol. El shintoismo era la raíz primaria, arraigada en el fértil suelo de las leyendas populares. El confucionismo cumplía la función de tronco y ramas robustos del orden social y de la sabiduría. El florecimiento del espíritu era alentado por el budismo, cuyos frutos posteriores incluyen el zen.

El shintoismo siempre ha sido el núcleo del culto nacional, ya que los japoneses consideran que la familia imperial desciende de Amaterasu, diosa del sol.

En algún momento del pasado lejano Amaterasu desplazó a Kunitokotachi, antepasado de Izanagi e Izanami. Este dios preexistente se ha convertido en el espíritu oculto del universo y ya no es la deidad creadora de antaño.

Aunque a ciencia cierta nada se sabe acerca de las primeras creencias del shintoismo, el mito posterior de Izanagi e Izanami pone de relieve una de sus grandes preocupaciones: la muerte y la desintegración física. La diosa Izanami murió mientras paría a Kagutsuchi, dios del fuego. Afligido, Izanagi fue a buscarla a los infiernos. Izanami lo recibió en la puerta y le pidió dos cosas: que esperara mientras ella organizaba su propia liberación y que no la mirase de cerca. Cuando la diosa se fue, Izanagi se impacientó y encendió una púa de su peine para iluminar el pasillo que se extendía más allá de la entrada. El espectáculo con que se encontró lo horrorizó: los gusanos se apiñaban sobre el cuerpo putrefacto de Izanami. Ultrajada y humillada, Izanami pidió a las brujas de la muerte que destrozaran a su marido.

Este relato es muy distinto al mito griego equivalente del músico Orfeo. Cuando éste transgredió la petición de su amada Eurídice y la miró al salir de los infiernos, ella se convirtió en un espectro de niebla y desapareció para siempre.

Jizo Bosatsu es la figura fundamental que consuela a los muertos. Se lo representa como un monje de rostro afable, con la cabeza rasurada, vestido con una larga túnica y sujetando un bastón en cuyo extremo hay anillos que repican. Se cree que tiene la capacidad de redimir a las almas del infierno y llevarlas de regreso al cielo.

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