jueves, 11 de julio de 2024

AMÉRICA DEL SUR

Uno de los típicos mitos sobre el origen es el que narran los bakairi del centro del Brasil. Se refiere a los héroes gemelos Keri y Kame, hijos de Oka, el espíritu del jaguar. Al tragarse dos huesos, la esposa de Oka quedó embarazada, lo que llevó a su enfurecida suegra a matarla. Antes de morir Keri y Kame fueron arrancados de su útero.

Los héroes crecieron y mataron a su perversa abuela incendiando la selva, pero quedaron gravemente heridos por las llamas. Keri y Kame recuperaron su excelente salud y decidieron pasar de la forma animal a la humana. A continuación apartaron el cielo de la tierra, pusieron el sol y la luna y crearon al fuego sacándolo del ojo de un zorro y el agua extrayéndola de una serpiente.

Según los warao de Guyana, los seres humanos llegaron a la tierra de casualidad. Al parecer, Kononatu (“nuestro hacedor”) quería que la humanidad vivieran en el cielo, pero un joven cazador descubrió un agujero y descendió a la tierra por las ramas de un árbol gigante. Por pura curiosidad los demás habitantes humanos del cielo lo siguieron. Y posteriormente descubrieron que no podían regresar porque una mujer gorda había quedado atascada en el agujero del cielo.

Los warao también se refieren a la tristeza de Kononatu, que se abstuvo de abrir otra entrada en el cielo por la mala conducta de la humanidad en la tierra. En concreto, el dios celestial estaba disgustado por la buena disposición de las muchachas a copular con las deidades acuáticas. Las muchachas osaron nadar en un lago sagrado y dieron luz a una perversa horda de serpientes.

Los arawak, que viven al sur de los warao en la cuenca del Orinoco, narran la introducción de las enfermedades y la muerte. Según la tradición arawak el dios creador Kururumany se disgustó al ver que la humanidad se había vuelto corrupta y perversa, recuperó su don de la vida eterna e introdujo en el mundo males como las serpientes y las pulgas. Tras Kururumany aparece el dios celestial Aluberi, apenas recordado, que no desempeña un papel significativo en la mitología arawak.

Los incas también adoraron a una deidad creadora llamada Viracocha, a quien consideraban creadora del Sol en el principio de los tiempos, renunciando a su parte de divinidad. Empero, Viracocha a menudo estuvo subordinado a Inti y en Coricancha, el gran templo de Cuzco, se lo consideraba hijo de Inti. Es posible que los cronistas españoles erraran el sentido de la naturaleza del panteón inca al interpretarlo en función de la mitología griega y romana. De hecho, es probable que los incas adoraran a una serie de dioses y diosas en tanto que formas distintas de una misma deidad: el propio Inti.

Convertida en magníficas ruinas, la antigua ciudad inca de Machu Pichu, era el sitio donde se adoraba a Inti, dios del sol.

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