viernes, 12 de julio de 2024

AUSTRALIA

Los aranda de la zona central de Australia utilizan la palabra Alchera (“tiempo de los sueños”) para describir la época remota en que los espíritus ancestrales deambulaban por la tierra. Todos los grupos aborígenes creen que durante el tiempo de los sueños los espíritus que duermen bajo tierra despertaron y se desplazaron, modelando el paisaje, creando a los humanos y enseñándoles las artes de la supervivencia. Cumplido el trabajo, volvieron a dormir.

Como tantos otros pueblos aborígenes, los aranda tienen por antepasado tribal a la lagartija. Prácticamente se han olvidado de Altjira, el dios del cielo con patas de emú, pero recuerdan con nostalgia las hazañas de Mangar-kunger-kunja (“papamoscas”) durante el Alchera. La veneración de la lagartija es bastante corriente. En casi todos los puntos del mundo en los que la lagartija es autóctona, los pueblos han sentido cierta afinidad con ella, probablemente por la forma reconocida de su “mano”. Solo en Irán el profeta Zoroastro maldijo a la lagartija por se compañera de los condenados.

Durante el viaje ritual por el interior del continente, los descendientes aborígenes masculinos de Uatikutjara (tribu de los hombres lagartija) repiten sus hazañas legendarias –excavan charcas, levantan refugios en las rocas, cazan canguros y practican ritos secretos- y representan la pelea que los dos hombres lagartija de la leyenda tuvieron con Kulu, el hombre luna.

El bumerang, de importancia tan decisiva para la supervivencia de los aborígenes, fue muy popular. Según un grupo aborigen, Bobbi-Bobbi –deidad de los antepasados- creó el bumerang de una de sus costillas.

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