lunes, 21 de septiembre de 2009

Y MÁS…

Gasol, izquierda, con el trofeo de mejor jugador. A la derecha, Rudy Fernández realiza un mate.

Campeón con saña

La selección española saldó su deuda histórica y ganó el oro europeo tras vengarse de Serbia, el equipo que le había derrotado en la primera fase

Campeón con saña

 

Oviedo, Mario RODRIGO
Día 8 de septiembre, rondando las once menos cuarto de la noche en Varsovia. Al equipo español, favorito indiscutible para participantes, aficionados y apostantes, no le llega la camisa al cuerpo. Tras la derrota inicial contra Serbia, acaba de ganar a la inocente Gran Bretaña de forma miserable y ha estado a tres escasos minutos de quedarse fuera del Eurobasket a las primeras de cambio. Los jugadores españoles se reúnen en el centro de la cancha tras el encuentro con caras desencajadas.
Día 20 de septiembre, alrededor de las once de la noche en Katowice. España, tras cuatro días vapuleando rivales sin compasión, gana por fin la medalla de oro en un Campeonato de Europa tras seis finales perdidas y cierra un ciclo glorioso en el que ha sumado un título mundial (2006) y otro europeo (2009) y dos medallas de plata en el Eurobasket de 2007 y en los Juegos Olímpicos de 2008.
Para que todo supiera mejor, la transformación de la selección de Scariolo podía culminarse ante Serbia, el combinado que le había sacado los colores en el encuentro inaugural de la competición. En aquella oportunidad, los pujantes serbios habían dado una lección de arrojo y de concentración ante una España que quizás pensaba que iba a encontrarse un alfombra roja hasta la fase final. La derrota del equipo nacional fue de las que escuecen.
Cualquier parecido entre el primer partido y la final fue mera coincidencia. Por no repetir, ni siquiera vistieron los mismos colores (Espña jugó entonces de rojo y ayer de blanco). Y en la cancha, qué decir. España pasó como un torbellino atropellando a un rival al que la plata le sabe a gloria.
Los primeros minutos fueron los únicos equilibrados, con Teodosic, el héroe serbio de la semifinal, intentando tirar de los suyos. Pero pronto se pudo ver que los españoles estaban más enchufados que nunca. Gasol recibe en el poste bajo, observa el dos contra uno que le llega desde el lado débil, dobla para Rudy Fernández en el exterior y éste, sobre la marcha, para Garbajosa: triple y 13-5 para España. El rodillo no deja tiempo para respirar y los «plavi» empiezan a sentirse agobiados por su inferioridad, no las meten ni después de realizar buenas acciones. Mientras tanto, Navarro tiene la muñeca tonta y pone al combinado nacional en órbita. Después del primer cuarto, el futuro campeón gana 24-14 y ha utilizado ya a diez piezas en una rotación perfecta.
El único objetivo posible para Serbia era parar el ritmo del partido a toda costa. El veterano Ivkovic no se sacó ningún conejo de la chistera, pero sus jugadores lograron que los españoles entraran en «bonus» de faltas nada más comenzar el segundo cuarto. Ni por esas. Felipe Reyes se encargó de sacar a flote a sus compañeros en los momentos de mayor desacierto capturando rebotes increíbles.
Cuando Serbia se dio cuenta de que todo su esfuerzo no había servido para nada, bajó los brazos durante tres minutos. El equipo español, como hacía la brillante Yugoslavia de primeros de los 90, hundió entonces el cuchillo hasta la empuñadura. Con saña. Al descanso, 52-29 y el resto del partido resultó intrascendente.
Sí, los serbios bajaron la diferencia hasta los catorce puntos en el tercer cuarto, pero bastaron un par de genialidades de Rudy para abrir de nuevo una brecha insondable entre los dos equipos. Ya no quedaba más que seguir el ritual del campeón, cortar las redes, recibir las medallas y el trofeo y disfrutar de los reconocimientos individuales (Pau Gasol fue nombrado jugador más valioso del campeonato y Rudy se unió a él en el cinco ideal). España pasó de cero a cien en doce días.

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