revestida de un cuerpo nuevo o antiguo,
ambos son transformados por la palabra
del "Señor" y de la "Señora".
Ella ya no es sólo una mujer, ahora es madre
con una nueva vida que crece bajo sus manos.
Él ya no es sólo un hombre,
sino un padre que cuida el campo
que ha producido su arado.
El más grande poder de los dioses es vuestro.
De la vida florece la vida y el amor engendra más amor.
Ahora prometed proteger al hijo que habéis creado
y cuyo nacimiento asegura la continuidad del mundo.
El Señor y la Señora sonríen en las alturas y bendicen
a aquellos en cuyas manos se ha depositado esa esperanza.
Elizabeth Barrette
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