miércoles, 29 de julio de 2009

LEÍDO EN MAIKELNAI'S BLOG

Martes 28 de julio. A las tres de la tarde quedo en plena plaza del Carballo con Juan Luis Casas, representante de la Asociación Cultural Esbardu, agrupación sin ánimo de lucro que lleva desde 1989 luchando por la defensa y popularización del folclore asturiano. En 1997, esta agrupación organizó en mi villa natal la primera edición delFestival Intercético de Avilés (FIA) con notable éxito de participación y crítica. Desde entonces, fieles a su cita veraniega, el certamen se ha venido repitiendo ganando cada vez más relevancia, llegando al punto de que muchas de las agrupaciones del arco atlántico que han participado alguna vez en el FIA reconocen que probablemente se ha llegado a convertir en el segundo festival celta europeo en importancia, solo superado por el mítico de Lorient.

‘Basta recordar la décima edición, en la que participaron hasta dos bandas de cada uno de los 8 países celtas, y que llegó a contar con un presupuesto de 220.000 euros’, me cuenta orgulloso Juan.
Yo particularmente he disfrutado mucho durante todos estos años del colorido de las bandas de gaitas escocesas y de los bailes irlandeses con los que uno se topaba en cualquier rincón de Avilés durante estas fechas. Pero la edición de este año (¿el gafe del 13?) ha sido completamente diferente.
El ayuntamiento de Avilés, más concretamente la concejalía de cultura comandada por Román Antonio Álvarez, se han encargado de perseguir cualquier intento por parte de Esbardu de llevar a cabo la XIII edición del festival intercéltico. En lugar de eso han organizado (haciendo coincidir voluntariamente las fechas con el FIA) un evento ‘boicot’ al que no les ha quedado más remedio que llamar Beltaine, puesto que con gran dolor de su corazón, descubieron que Esbardu había registrado el nombre por el que desde siempre se ha conocido al evento.
¿La razón de tanta hostilidad? Supuestamente, nuestra querida e idolatrada SGAE (aunque a nadie se le escapa que debe haber también razones personales). El historial de desplazamientos y apropiaciones de actos populares con éxito por parte del Ayuntamiento viene de lejos. Ahí están por ejemplo el festival de la cerveza y el descenso de Galiana en Carnaval, estrellas en el programa municipal de festejos que nacieron como iniciativas populares.
Pero empecemos por el principio. Durante las primeras ediciones del FIA, mientras que el seguimiento en prensa del mismo fue anecdótico, la SGAE no puso impedimentos a su celebración. Pero en la tercera edición, tras observar el volumen de subvenciones concedidas y una vez que quedó claro que aquel evento se había convertido ya en el Festival Celta de Asturias, la sociedad de autores se dirigió a Esbardu para reclamarles que abonasen los derechos pertinentes.
‘¿Pero que derechos hay que pagar si hablamos de temas populares, en algunos casos con más de 300 años de antigüedad, compuestos en Limmerick, Stirlingshire o Anglesey?‘, me dice Juan con toda la lógica del mundo.
La respuesta se la dio la SGAE: ‘derechos generales, canon por pasacalles, etc’. Yo no salgo de mi asombro… ¿canon por pasacalles? Ya sabéis amigos lectores, al parecer no podéis ir juntos por la calle cantando canciones de vuestros bisabuelos sin pasar primero por caja.
Prosigamos. Esbardu se negó valientemente a pagar aquella reclamación absurda y los abogados de la SGAE comenzaron a trabajar en aquel asunto, otro de tantos. Pasaron cinco años más (la justicia en España es realmente lenta) durante los cuales el Festival Intercéltico de Avilés siguió organizándose, creciendo y ganando en importancia, hasta que llegó el día del juicio en Oviedo.
No debería de sorprendernos el resultado: la poderosa SGAE ganó a la humilde asociación cultural sin ánimo de lucro. Esbardu debía pagar 19.000 Euros a ¿autores?. No obstante, lejos de amilanarse, recurrieron la sentencia pensando que el sentido común terminaría por imponerse.
Es curioso ver como una asociación profesional no institucional (hay que recordar que no hablamos de funcionarios, ni de ninguna Administración Pública) es capaz de fijar e imponer ‘tasas’ absurdas con la connivencia del estado de derecho. En España la cada vez más odiada SGAE (preguntad a pie de calle) ha llegado al extremo de reclamar su parte del pastel incluso en festivales benéficos en los que hasta los artistas participantes renuncian a su caché. Llegamos así a situaciones absurdas como la que nos ocupa, donde una asociación cultural que se nutre de subvenciones autonómicas y municipales (que a su vez salen del bolsillo del contribuyente) puede ver interrumpido su funcionamiento por la acción de un lobby industrial que dice ‘defender la cultura’ y que exige cobrar sus ‘impuestos privados’.
El pobre Juan se lleva las manos a la cabeza mientras repite: ‘Pero si solo queríamos que el folclore llegara a las calles. Todo lo hicimos por poner a Avilés en el mapa’.
El año pasado, Esbardu perdió de nuevo el recurso del juicio contra la SGAE, y los 19.000 Euros iniciales sufrieron una recarga por las costas del juicio transformándose en 36.000. ¡Inconcebible! Lógicamente a Esbardu no le quedó otra que declarse insolvente. Tras la sentencia favorable, la SGAE solicitó embargar todas las subvenciones recibidas por el FIA. Aquello significó poco menos que la sentencia de muerte para un evento nacido para promocionar la cultura tradicional.
Este año el concejal de cultura del Ayuntamiento de Avilés, transformado en el brazo ejecutor de la SGAE, procuró cerrar todos los grifos financieros a Esbardu, casi acusándoles de delincuentes y negándoles el derecho a la existencia. La intención es clara, inventarse al calor de la fama adquirida por el evento (gastando ni más ni menos que 360.000 euros de las arcas municipales) un evento alternativo llamado Beltaine que ha despertado el recelo, e incluso el desprecio, de buena parte del pueblo avilesino.
‘Con 360.000 euros nosotros habríamos logrado que se oyera hablar del intercéltico de Avilés hasta en Nueva York’ reconoce Juan. Y sin embargo a los avilesinos de a pie se nos queda cara de tontos viendo el fiasco que ha organizado el ayuntamiento este año ¡con el dinero de todos!
Yo me pregunto ¿No podían haber dedicado la décima parte de ese dinero en abonar la deuda con la SGAE de la asociación a la que tanto habían mimado mientras resultó popular? Hay que aclarar además, que durante los años en los que el recurso judicial estaba pendiente de resolución, el Ayuntamiento siempre apoyó a Esbardu, personándose incluso en los juicios para darles su respaldo. Entonces ¿a santo de qué esta persecución repentina? Tal vez la respuesta solo la conozca el señor Román.
Realmente fue una verdadera pena ver como Esbardu tenía que pedir ayuda a los curas para que les cedieran la Iglesia de Sabugo, y así poder contar con un local donde realizar sus actividades, mientras que afuera los policías municipales vigilaban que se cumplieran las órdenes del concejal Román Alvarez. Los asistentes no dábamos crédito a la persecución y al marcaje al que se sometió a los organizadores del festival.
Y a pesar de todo el público estaba allí apoyando, aplaudiendo, e incluso acordándose de la madre de algún alto cargo municipal mientras los voluntarios de Esbardu tranquilizaban a los asistentes evitando todo tipo de polémica. ¡Avilés a una, como Fuenteovejuna!
Juan me comenta: ‘El año pasado los voluntarios no cobraron un duro, este año el ayuntamiento pagó 35 Euros diarios a cada colaborador. ¿Cómo competir con eso?’
Entre tanto, las agrupaciones y artistas extranjeros contratadas por el Ayuntamiento no entendían por qué había dos festivales simultáneos. ‘Me consta’, dice Juan, ‘que el famoso intérprete Liam O’Flynn vino al Beltaine pensando que donde actuaría era en el Intercéltico, y que cuando se enteró de la situación quedó realmente disgustado.’
‘Ahora quieren dar a entender que lo de las traineras en la ría es un éxito del Ayuntamiento, cuando lo cierto es que fuimos nosotros quienes rescatamos la tradición en la tercera edición del FIA’, añade apesadumbrado.
Un inciso importante. Esta edición – curándose en salud – Esbardu abonó el canon que la SGAE calculó previamente, luego es incorrecto decir (como se argumentaba desde el Ayuntamiento) que era la Sociedad General de Autores quien prohibía la realización del FIA. La verdad es que fue el propio Ayuntamiento quién boicoteó el acto en todo momento.
Juan me pide que recalque el hecho de que el Intercéltico de este año se haya podido organizar gracias a la solidaridad de muchos amigos que vinieron a actuar gratis, y que además cedieron equipos de música, andamios para la escena, etc., y al esfuerzo de unos cuantos fieles patrocinadores que lograron juntar un exiguo presupuesto de 12.000 Euros. ¡Que quede claro pues!
‘Este dinero se dedicó íntegramente a pagar la comida y el alojamiento de las agrupaciones participantes’, añade Juan. ‘El Ayuntamiento se negó a que usásemos los colegios públicos como albergue, algo que hemos hecho siempre’, añade Juan.
Pero repito, a pesar de todas las zancadillas el Intercéltico tuvo lugar. Juan todavía se emociona al recordar como los 45 integrantes de Charamuscas (una banda de gaitas gallega) vinieron pagándose el viaje de su propio bolsilo, trayéndose incluso los fuegos artificiales con los que se cerró su recordada actuación. ¿Y qué decir de las bailarinas irlandesas, siempre dispuestas a un baile más o a reforzar las apariciones en prensa de los ‘perseguidos’?
Fue de escándalo ver como en la plaza de Abastos, el Ayuntamiento cobró licencias (muy caras seguramente) para que agrupaciones afines instalaran unos chiringuitos a los que la gente no acudió, probablemente por encontrarse en Sabugo disfrutando del perseguido Intercéltico, “el de de toda la vida”. Ahora los que apostaron por el triunfo del ‘acto oficial’ y pagaron por adelantado las licencias con la idea de hacerse de oro vendiendo bocadillos, protestan por el fracaso y piden que se les compense.
Hoy mientras hablaba con un apesadumbrado Juan Luis Casas, que no se cansa de agradecer el apoyo popular y las muestras de solidaridad de todos los que por allí se acercaron, me confiesa que está harto de comportamientos mafiosos. Este año, algunos de los patrocinadores que aportaron dinero al FIA, lo hicieron pidiéndole a Juan que no colocase su logo en los folletos… “No vaya a ser que se enteren en el Ayuntamiento y nos busquen las cosquillas…”
Juan sabe que lucha contra gigantes. ‘Basta una llamada del concejal a los periódicos para que se llenen páginas completas con sus declaraciones, mientras que Esbardu pelea por un hueco en “reacciones”. Y ahí es donde entra este humilde blog. Puede que esto no sea el New York Times, pero he querido poner a disposición de Esbardu la escasa o nula notoriedad de mi página web, para que la gente que no vive en Avilés se entere de lo que ha pasado en esta villa, un lugar antes conocido – entre otras cosas – por ser sede de uno de los mejores festivales folk intercélticos de Europa.

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