domingo, 18 de noviembre de 2012

BOLLERÍA MÁGICA

20409_~14Uno de mis más tempranos y tiernos recuerdos es el aroma de la masa fermentando la víspera de Navidad. Cada año, mi madre preparaba sus bollitos de canela y caramelo. La casa se llenaba del rico aroma de la levadura. Se mezclaba con el olor de los pinos y revelaba la persistente huella del caramelo blando y del azúcar cande preparado unos días antes. Fueran los que fueran los dramas familiares o las convulsiones del mundo, nos envolvía el aroma de la generosidad de Navidad.

Esos recuerdos se hicieron más conmovedores cuando tomé conciencia de lo difícil que debió ser para mi madre como madre soltera. Cada minuto de tiempo y de energía que puso en sus panecillos convertía el día en una celebración de la vida y de las atenciones que recibíamos. Era la delicia suprema de la mañana de Navidad.

Aunque mis propias prácticas espirituales tomaron una dirección distinta de las de mi madre, nunca ha dejado de maravillarme el volumen de magia que finalmente me enseñó. Fue en la cocina donde primero aprendí a infundir amor en todo lo que hago.

Este factor creativo es un elemento de comunión entre nosotras, pues yo8098086-madre-cocina-preparando-las-cookies-de-navidad-en-la-cocina-ilustracion-de-cocina-divertida-de-madre misma perpetúo el amor de mi madre por la bollería y los dulces. Nuestros dioses son diferentes, pero estamos vinculadas por la transmisión de unas técnicas que me inspiraron la necesidad de orar sobre la comida para cargarla de otras cosas que de sus nutrientes, potenciarla con un fin o para alguien y dotarla de magia. A través de esa magia generacional con los bollos, lentamente tomé conciencia de que mi poder proviene de una fuente más profunda que mi tradición familiar con sus lagunas. Si sólo nos concentramos en nuestras diferencias y nos comparamos con otros, creamos muros de ira, odio y envidia difíciles de desmontar. Cuando aceptamos que todos somos diferentes y entendemos que no tenemos por qué estar todos de acuerdo, despertamos a una capacidad ilimitada de amor universal.

Los alimentos que nos nutren, ayudan a crecer y a sobrevivir están estrechamente vinculados con nuestra vida. Los períodos de cultivo y el ciclo anual rigen nuestro desarrollo y, al aplicar la alquimia en la cocina, nos beneficiamos de esas energías astrológicas y elementales, pues extraemos mejor las propiedades de la comida que ingerimos.

Con la magia trabajamos con arquetipos que fraguan el curso de los papeles que asumimos como seres humanos. Con la alquimia, esos mitos se convierten en fuerzas químicas y cósmicas que transformamos y recreamos. Cuando esas ideas se aplican a la cocina, el cuerpo puede asimilar mucha energía a través de la comida. Esa técnica activa tanto el afianzamiento como la confianza individual y nos ayuda a sanar y a recuperarnos de los traumatismos y del estrés. La bollería mágica también transmite vigor y amor a los que amamos, pues envía nuestros sentimientos a los demás.

La receta que viene a continuación es una variante de los bollos que ahora cocino para Navidad. En el año 2000, mientras trabajaba en Inglaterra, visité la ciudad de Workingtown, en el distrito del lago Cumberland, y allí probé la mantequilla de ron de Cumberland. Esta mantequilla dulce es una tradición festiva en Inglaterra y a menudo acompaña tartas de fruta picada, panecillos y pasteles. En el siglo XVIII, el floreciente puerto de Cumberland participó activamente en la creación y tripulación de la Marina británica y los barcos coloniales trajeron exquisiteces extranjeras, especias exóticas y artesanía de todos los rincones del mundo. La costa oeste del distrito era un bullicioso núcleo comercial y adquirió fama por la importación de ron y azúcar caribeños, que luego dieron lugar a la renombrada mantequilla de ron de Cumberland, que hoy en día es una de las golosinas tradicionales de Inglaterra.

A menudo elaborada a base de aguardiente o whisky en Escocia, es el complemento perfecto para los panecillos dulces de Navidad. A continuación, doy la receta alquímica con oraciones que utilizo cada año para llenar esos panecillos con la generosidad de nuestros corazones y de nuestras casas. ¡Que disfrutes!cocina brujas

Panecillos de Cumberland

La masa

Dentro de un pequeño cazo, mezcla 1 taza de leche, 1 cucharada de extracto de vainilla, 2 cucharaditas de sal y 3 cucharaditas de mantequilla sin sal. Derrite a fuego lento sin dejar que hierva. Cuando la mezcla empiece a calentarse, di cinco veces la oración siguiente:

Que la energía y el vigor del fuego de Marte, nuestro padre infinito

Os una. Que para la abundancia convierta en dos lo que era uno y

Ahora con el fuego los transforme y los convierta de nuevo en uno.

En una fuente, vierte 1 taza de agua hirviendo, 1 taza de zumo de naranja y 3 cucharadas de azúcar de caña. Deja enfriar hasta 45 ºC mientras recitas nueve veces lo siguiente para infundir las energías transitorias de la Luna y del océano:

En esta fuente dispongo el tálamo acuoso de la novia. Lo hago

Agradable como la marea nocturna con flores del jardín y el florero

De cristal. Lo convierto en divino. Invoco y atraigo a todos

Las riquezas de la época de las cosechas.

Añade 2 cucharaditas de levadura seca a la mezcla y recita lo siguiente siete veces para infundir la energía del amor y de Venus:

La elevación y el descenso de las aguas de la vida

Nos infunde aliento, abundancia y fuerza

Nos hacen ricos y marcan nuestra sepultura.

Anidan en cada rincón y fosa.

En la dulce espuma estallan en creación

Despertando la esencia de la emanación

Nuestras pasiones nos recostan, el deseo nos crea a todos

El impulso de unión de lo grande y lo pequeño

Nos eleva en gloria, nos eleva en gracia,

Y de vida colma el espacio vacío.

Convierte en amor y pasión ese dulce tálamo.

Ceba esas aguas de vida certera

Ordeno el crecimiento y el calor del poder del agua.

¡Que trabaje, entreteja y se anime ahora!

forn2Tras dejar subir bien la masa, en 10 o 15 minutos, añade una taza de leche y el contenido del cacito en la fuente. Al hacerlo, concéntrate en las energías del Sol y del ego. ¿Quién eres y de dónde vienes? Tamiza de cinco a seis tazas de harina de trigo o de harina para pasteles en otra fuente. Bendícela a tu manera. Luego añade esa harina a la fuente con la mezcla. Una taza a la vez, removiendo para que la mezcla quede lisa antes de añadir otra taza. Cuando la masa se torna demasiado espesa como para removerla con una cuchara, empieza a amasar con las manos, al tiempo que recitas: “Pezuñas y cuernos”, hasta que la masa se despegue de las paredes de la fuente. Lo que viene a continuación se puede hacer también en un robot de cocina. Coloca la masa en una fuente que previamente has untado con mantequilla. Resérvala en un lugar cálido, sin corrientes de aire, durante una hora, o hasta que se duplique el volumen.

Mantequilla al ron

En una fuente, mezcla 1 taza de azúcar de caña, 1 taza de azúcar blanco, 1 cucharadita de canela y 1 cucharadita de cardamomo, 1 cucharadita de clavo en polvo y 1 cucharadita de nuez moscada. Mezcla bien, añade una taza de mantequilla a temperatura ambiente y sigue mezclando hasta conseguir una masa lisa y cremosa, añade 3 cucharaditas de ron. Asegúrate de incorporarlo bien antes de añadir más y remueve con cuidado para evitar la separación de ingredientes. Demasiado ron hará que se separe de la mezcla y si falta no proporcionará aroma suficiente a esta cremosa pasta de untar. Con esta mantequilla al ron se pueden untar tostadas o crepes y se conserva hasta tres semanas en la nevera. Si te molesta el sabor, puedes sustituir el ron por otros licores como el brandy, el ron de coco, el aguardiente, el tequila o el whisky. Todos tienen su propio aroma, que le da un toque especial a cualquier golosina. Cuando la masa haya fermentado, da un puñetazo en el centro y di:

Por la VOLUNTAD de la vida entro en ti.

Amasa añadiendo pequeñas cantidades de harina para homogenizar la1 consistencia. Recita “Pezuñas y cuernos” al mismo tiempo durante trece minutos. La masa dulce se debe trabajar más tiempo para activar el gluten de la harina, pues éste atrapa los gases producidos por la levadura y así levanta la masa. Una vez conseguida una masa lisa, suave y elástica, se habrá llenado del calor de tus manos y energía vital. Con el rodillo, extiéndela en forma de banda ancha y recúbrela con mantequilla de ron. Enróllala y córtala en trozos de cinco centímetros de ancho. Colócalos en una bandeja del horno untada con mantequilla, deja espacio entre cada uno de ellos, pues duplicarán el tamaño. Cúbrelos y deja que trabaje la masa una segunda vez.

Una vez listos, precalienta el horno a 180 ºC. Vierte 170 g de leche condensada azucarada sobre los panecillos y colócalos sin tapar en el horno. Hornéalos durante treinta y cinco o cuarenta minutos.

Salsa de caramelo

En un cacito, mezcla 4 cucharadas de mantequilla y 1 taza de azúcar moreno, cuece y reduce aproximadamente diez minutos a fuego medio hasta que espese lo suficiente para convertirse en capa gruesa en el dorso de una cuchara.

Cuando queden cinco minutos para que los bollos terminen de cocerse, sácalos del horno completamente, y no tires sólo de la bandeja. Rocía una pequeña cantidad de ron sobre cada bollo y recubre con salsa de caramelo. Vuelve a ponerlos en el horno para termina la cocción y sácalos cuando, al pinchar con un cuchillo éste salga limpio. Deja reposar diez minutos y sirve caliente.

galletaEstha McNevin

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