Durante
el conflicto, el novelista despegó desde Córcega para hacer un
reconocimiento de la Francia ocupada, pero nunca regresó.
Luego
de 60 años sin haber encontrado los restos, el gobierno francés
anunció el descubrimiento del avión -y la tumba- de Saint-Exupery,
en medio del mar Mediterráneo, cerca de Marsella.
Así
se solucionaba uno de los grandes enigmas de la aviación y de la
literatura del siglo XX. La noticia debería haber proporcionado un
final para la historia del escritor francés, pero no ha hecho más
que agitar emociones en su país de origen.
Aguas turbias
Hace
seis años, trabajando en aguas al sur de Marsella, un pescador
llamado Jean-Claude Bianco, encontró un brazalete de plata que
llevaba el nombre de Saint-Exupery y de su mujer, Consuelo. Marsella
está a unos 200 kilómetros del lugar a dónde la misión de
Saint-Exupery se dirigía, hace 60 años.
El
descubrimiento del pescador fue despreciado por la familia del
novelista y calificado de falso por la prensa francesa.
Bianco,
enojado, dijo que limpiaría su nombre. Una de las personas que sí
le creyó fue Luc Vanrell, un submarinista profesional de Marsella,
que lleva toda su vida buceando por esas aguas de azul turquesa.
Vanrell recordó que su padre, también submarinista, le había
hablado de un avión hundido exactamente en el lugar donde Bianco
había encontrado el brazalete. Así fue como el buzo identificó el
aeroplano de Saint-Exupery.
Pero
también él fue acusado de haber falsificado la
evidencia.
Finalmente,
en abril pasado, el gobierno francés confirmó que el avión
encontrado por Vanrell era efectivamente el del novelista.
La
familia de Saint-Exupery, afluente e influyente, todavía está
incómoda con el descubrimiento. Asimismo, en la clase dirigente
francesa hay muchos a quienes les gustaría eliminar cualquier debate
sobre el tema. ¿La razón? Podría ser debido al hallazgo del avión
de Saint-Exupery en un lugar muy apartado de la ruta programada y con
evidencia de haber tenido un accidente vertical. Estos indicios
llevan a una hipótesis incómoda: la de que el héroe de guerra
francés podría haberse precipitado a propósito en el Mar
Mediterráneo.
Prohibición
de vuelos
Durante
la segunda guerra mundial, Francia estaba dividida en dos facciones:
el gobierno de Vichy, controlado en Francia por Alemania, y el
gobierno de la llamada Francia Libre, con sede en Londres.
Saint-Exupery luchaba como oficial de las fuerzas aéreas de la
Francia Libre, pero desconfiaba de su líder autoritario, el General
Charles de Gaulle.
En
1943, de Gaulle se desquitó, dando a entender públicamente que
sospechaba que el escritor respaldaba a los alemanes. Saint-Exupery
fue suspendido y no pudo volar más para Francia Libre. Le llevó
ocho meses lograr que se le levantara la prohibición. Para ese
entonces, la guerra estaba llegando a su punto culminante en Europa,
con el Día D en el norte, mientras el escuadrón de Saint-Exupery
avanzaba del norte de África a Córcega. Sin poder deshacerse de la
reputación de traidor, el escritor comenzó a beber mucho y a hacer
insinuaciones sobre un posible suicidio. En Córcega, se alojó en
una casa en Erbalunga, una hermosa y antigua villa sobre el mar,
conocida como una colonia de artistas. El 30 de julio, Saint-Exupery
fue a la playa y, de acuerdo a una joven del lugar que lo encontró,
dijo: "Ven a darte un baño conmigo. Nunca sabes que puede
pasar, tal vez no esté aquí mañana".
Al
día siguiente, despegó y nunca se lo volvió a ver.
Héroe
nacional
El Aeropuerto Saint-Exupery, en Lyon, Francia, debe su nombre al autor. Luego de la guerra, irónicamente, el hombre que describió a los políticos franceses de los tiempos de guerra, como "una canasta de cangrejos", fue proclamado por éstos como un símbolo de unidad y el rostro aceptable de la historia francesa de la guerra. Es muy poco probable que alguna vez se sepa exactamente cómo murió Saint-Exupery, más allá de que su avión explotó al estrellarse. El buzo Luc Vanrell es uno de los pocos en Francia que dicen públicamente que Saint-Exupery se suicidó. Pero sostiene que la posibilidad de que el autor se haya quitado la vida, no debería hacernos pensar menos en él. "Creo que sufría de depresión y de asedio de parte de los políticos", me confesó Vanrell. "Si planeó acabar con todo, estrellándose en el mar, pienso que fue un final corajudo y noble", agregó. Respecto a Jean-Claude Bianco, supe que fue al mar el domingo pasado, especialmente para dejar una corona en el sitio donde encontró el brazalete de Antonie Saint-Exupery.
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