Es un estimulante y tónico para la corriente sanguínea, además de un talismán protector contra la mala salud y el mal de ojo.
En España se la solía utilizar para fortalecer la voz y dar fluidez al lenguaje.
Los griegos tuvieron una gran flota de barcos dedicada al comercio de esta gema por el Mediterráneo. Las de colores claros fueron usadas por los estos como antídoto contra el reumatismo y la neuralgia.
Los egipcios dedicaron un capítulo en el Libro de los Muertos a la cornalina de Isis.
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