sábado, 12 de septiembre de 2009

EL POLVO DE SAN JUAN

No seáis mal pensados…
San Juan está siendo sepultado por el polvo del carbón y nadie hace nada por remediarlo…
Cuando sopla el viento, el aire se vuelve negro a causa del carbón y entorpece la vida de los vecinos que aún quedan allí…
Yo vivía muy cerca de Casa Mary y, afortunadamente, me fui cuando empezaron a desmantelar el pueblo… bueno, en realidad fue un poco después, pero aún no habían cercado el pueblo ni se habían alzado las moles de carbón.
He pasado por allí y sé lo que hay. Polvo, polvo y más polvo…
Y no creáis que solo afecta a la zona donde está Casa Mary, no. En la zona de más arriba, que nosotros llamábamos “Las Casas Nuevas”, la situación es similar… o peor, porque encima tienen al lado la actual XSTRATA (la Asturiana, vaya).
A mí me han contado que en días de viento no pueden ni abrir las ventanas… y que la colada coge más porquería cuando la tienden que la que tenían antes de lavarla…
¿Cómo afectará eso a los pulmones?
Me pregunto: ¿habrá que esperar a que empiece a enfermar gente por culpa de este hollín que impregna TODO para que se tomen medidas?

Los vecinos de San Juan, indignados por la descarga de carbón en el puerto «sin medidas higiénicas»



La propietaria del bar Casa Mary, ayer, con la mano sucia de hollín. ricardo solís
Los vecinos y los empresarios que tienen sus negocios en San Juan de Nieva, en la margen izquierda de la ría, están hartos de soportar la suciedad que generan las labores de carga y descarga de material en el puerto avilesino. «Esta mañana (por ayer) han estado cribando y ya no se puede poner ni un plato en el comedor. Lo hemos limpiado hace una hora y ya está negro otra vez», manifestó, indignada, la propietaria del local Casa Mary. La hostelera intentaba ayer salvar del hollín los pinchos que tenía sobre la barra. «Lo que ocurre aquí no es ni medio normal. No basta con que el Puerto limpie las aceras, eso ya lo hacemos nosotros con unas mangueras a presión que hemos comprado a propósito. Necesitamos que las tareas de carga y descarga se controlen para que la suciedad no se esparza», sentenció la empresaria mientras pasaba una bayeta húmeda por las mesas ennegrecidas de su local. «El suelo está sucio, todo está manchado...», manifestó al tiempo que un cliente protestaba por que su coche, estacionado a la puerta del bar, estaba cubierto por una capa de hollín.

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