Los practicantes de las espiritualidades centradas en la tierra están acostumbrados a oír hablar de la importancia de la conexión con la tierra. Esto suele ser en el contexto no sólo de la tierra en general, sino también de la tierra específica en la que vives, sus características, su espíritu dominante y los espíritus individuales que son únicos en su entorno y ubicación geográfica. Por supuesto, puede ser difícil sentir una conexión con una tierra en la que te sientes sólo como un visitante (o, peor aún, como un forastero residente). Sin embargo, muchos practicantes modernos se encontrarán en algún momento viviendo en algún lugar en el que se sientan así. Nuestra cultura social se ha vuelto cada vez más transitoria y nómada en los últimos años: economías contratistas, mudanzas por motivos de estudios, trabajo o familia, o cualquier otro motivo, pueden llevarnos a nuevas tierras, con las que, como individuos, tenemos poca historia, conocimiento, experiencia, conexión o relación. Es mucho más fácil forjar una conexión con los espíritus de una tierra en la que has vivido la mayor parte de tu vida. Uno habría desarrollado esas conexiones a lo largo del tiempo mediante esfuerzos conscientes concertados, así como esfuerzos orgánicos, graduales e inconscientes.
Yo, por ejemplo, hasta ahora, he vivido en varios estados de Estados Unidos a lo largo de mi vida. Soy consciente de que puede ser difícil sentirse simplemente abandonado en algún lugar. Tal vez te entusiasme el lugar físico en el que la vida te ha encontrado, o quizá no tanto; es algo que puede variar cuando se han hecho muchas mudanzas. Sin embargo, te imploro que consideres que, tanto si estás entusiasmado con tu nueva ubicación como si no, merece la pena intentar arraigarse a la tierra. De hecho, puede ayudarte de forma beneficiosa durante el tiempo que pases aquí.
Forjar una relación genuina
Cuando nos encontramos como el proverbial extranjero en una tierra extraña, ¿cómo empezamos el trabajo de forjar relaciones genuinas y potencialmente duraderas con una tierra en la que sentimos que tenemos pocas? Pues bien, el proceso de arraigo a la tierra se puede iniciar mediante un compromiso consciente y regular de unas cuantas formas aparentemente sencillas. Si queremos sentirnos arraigados a la tierra, debemos formar parte de ella y no alejarnos de ella.
Una forma fácil de empezar a forjar estas conexiones es la observación. Empieza por dar paseos por tu barrio. Observa los tipos de fauna. Tal vez vivas en una zona urbana y adviertas que hay muchas palomas y ardillas. O quizá tu entorno sea de naturaleza más suburbana. Puede que veas varias especies de pájaros, tal vez algunos conejos de cola de algodón y, si tienes suerte, ciervos, zorros y halcones. No te preocupes si das un par de paseos y no ves gran cosa; la clave es hacerlo con regularidad. Con el tiempo, empezarás a percibir cada vez más cosas. Lo mismo ocurre con la vida vegetal: cuando recorras tu entorno, toma nota de los tipos de árboles y plantas que veas.
En los paseos por nuestro barrio, mi marido y yo disfrutamos observando a una pareja de halcones de cola roja que viven en el cementerio del barrio. Todo nuestro barrio parece estar en su radio de acción, pero descubrimos que viven y anidan en el cementerio. Nuestro relación con ellos es como de vecindad, y es una de las muchas conexiones que tenemos con la tierra en la que vivimos y que compartimos con estas hermosas criaturas. Puedes ir ampliando tus exploraciones fuera de tu vecindario de forma gradual hasta hacer excursiones en varios lugares de tu región.
Un buen paso que puedes dar junto con tus paseos de observación es estudiar e investigar en qué tipo de bioma (gran comunidad ecológica con una vegetación y una fauna características, determinadas por factores climáticos y geológicos) vives. Esto te proporcionará abundante información sobre los tipos de especies de plantas y animales que hay en tu zona, y quizás también sobre las de árboles y plantas (así como de animales) autóctonas de tu bioma, así como sobre las autóctonas frente a las invasoras. Con los sencillos pasos comentados hasta ahora, ya estás en camino de comprender mejor la tierra en la que resides.
Historia de la tierra
Otro paso importante en el departamento de investigación del proceso es examinar la historia del territorio en el que resides. Lo ideal es que busques lo más atrás que puedas en el tiempo. Empieza por el contexto general. ¿Vives en una región montañosa o en tierras llanas de pradera? Tal vez el paisaje que te rodea se creó gracias al ciclo vital y a la acción de los glaciares. ¿Se asentó tu ciudad con un propósito específico, como centrarse en torno a una industria o un puerto concreto? ¿Era importante la agricultura de determinados cultivos? ¿La zona es en realidad un territorio no cedido a los pueblos indígenas? ¿Quiénes eran? Y ¿quiénes fueron los que les arrebataron la tierra y por qué? Todos estos factores también te ayudan a conectar con el espíritu de la tierra en la que intentas arraigarte y a comprenderla.
Ahora formas parte de la historia de esa tierra. Si comprendes que sólo eres una parte de ella, podrás arraigarte con más facilidad e integrarte en su historia y su espíritu. Para sentirte arraigada a la tierra, tienes que ser una parte que funcione y contribuya a un todo, y eso requiere comprender cómo encajas con las demás partes.
Puedes empezar a alcanzar un nivel aún más profundo meditando en la naturaleza. Busca un parque tranquilo, un lugar seguro a lo largo de una ruta de senderismo o un sitio natural tranquilo similar. Siéntate bajo un árbol o tal vez sobre una gran roca, dependiendo de tu entorno. ¡Puede que te encuentres en un lugar cómodo en un campo de una extensa región de praderas! Toma conciencia de los espíritus de la tierra que te rodea. Escucha con tu sexto sentido, además de utilizar tus cinco sentidos tradicionales. Observa si la tierra o alguno de sus espíritus te hablan. También puedes comunicarte con la tierra, incluso a nivel energético. ¿Qué necesitas de ella? ¿Qué quiere y necesita ella de ti? La comunicación con la tierra es una parte importante del proceso, al igual que la reciprocidad (sobre la que hablaremos más adelante). Después de unos instantes, visualízate a ti misma haciendo crecer raíces en forma de árbol desde la zona de tu chakra raíz hacia la tierra. Siente cómo tu energía se conecta con la de la tierra. Siéntete como parte de la tierra. Repite este ejercicio con regularidad y registra tus experiencias, descubrimientos y mensajes recibidos.
Ofrenda y servicio
La reciprocidad es importante si quieres ser y sentirte parte contribuyente de la tierra en la que estás, así que haz ofrendas regulares en la naturaleza. Asegúrate de elegir materiales que sean ecológicos, seguros para la fauna y la flora, y biodegradables.
Mis favoritos son los pétalos de flores secas, los granos de maíz, las semillas de flores silvestres autóctonas de la zona y el tabaco. Por lo general, llevo una bolsa con una o varias de estas ofrendas dentro de mi bolsa de grulla para tenerlas siempre a mano. Después de conversar con los espíritus de la tierra, asegúrate de dejar una ofrenda. La tierra nos proporciona innumerables regalos y relaciones. Las ofrendas nos ayudan a empezar a comprometernos de forma consciente a devolver todo lo que tomamos o recibimos.
El servicio es otra maravillosa ofrenda y forma de estar en relación con la tierra. Considera la posibilidad de ayudar a recoger la basura y colaborar en el mantenimiento de santuarios locales, terrenos de conservación o senderos. Participa en los esfuerzos para ayudar a las especies silvestres amenazadas o en peligro de extinción de tu zona. Retribuir a la tierra mediante el cuidado afectivo cuida de la tierra y de sus habitantes tanto a nivel físico como espiritual.
Otra acción que puedes llevar a cabo está de nuevo relacionada con los pueblos indígenas de tu zona. Investiga el activismo que puede estar en marcha relacionado con el mantenimiento, la restauración o el reconocimiento de sus derechos y conexiones con la tierra. Explora cómo puedes apoyar o ayudar de manera respetuosa en esos esfuerzos. Junto con esto, explora la posibilidad de añadir reconocimientos de la tierra antes de tus rituales y celebraciones. Se trata de un reconocimiento, por lo general antes del inicio de cualquier otro precedente, de los pueblos indígenas que tradicionalmente ostentan la administración de la tierra en la que te encuentras, así como de la relación entre su pueblo y estas tierras que son tradicionalmente sus territorios.
Una relación sana y recíproca
Puedes ver, a medida que esta reflexión ha ido avanzando, que la mayoría de las acciones que puedes llevar a cabo para sentir que tienes una presencia más arraigada en la tierra que habitas implican comprometerse de forma gradual en una relación recíproca y saludable con la tierra. La tierra es un espíritu y un ser vivo, que respira, que alberga una multitud de espíritus de la naturaleza, genii locorum, plantas, animales (los humanos están en esta categoría), formas del terreno, masas de agua y espíritus ancestrales de las personas que estuvieron en esta tierra mucho antes que nosotros en el presente. Esperemos que, tras esta breve exploración, seas capaz de empezar a forjar conexiones y relaciones que te ayuden a arraigar en las tierras en las que te encuentras actualmente. Con tiempo y esfuerzo, puedes llegar a formar parte de la tierra y dejar de estar apartado de ella.
¡Que seas bendecida en tus esfuerzos!
-Blake Octavian Blair
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