Hace
mucho tiempo, era común que la Luna bajara del cielo y caminara
entre la gente. Sentía un especial afecto por una anciana que vivía
sola en una pequeña choza.
Un
año, una gran hambruna devastó la tierra, y la Luna se entristeció
al ver sufrir a la gente. Preocupada por la anciana, iba todos los
días a la choza y le daba a su amiga un pedazo de su propia carne
para mantenerla.
La
mujer prosperó y la Luna se hizo más pequeña hasta convertirse en
sólo una tajada.
Cuando
los demás descubrieron lo que había sucedido se enojaron porque la
Luna, decían, pertenecía a todos. La Luna, sin embargo, insistió
en que lo que ella había hecho era necesario para ayudar a su amiga
a sobrevivir.
Finalmente,
la hambruna terminó, pero la Luna nunca regresó a la Tierra. Sigue
en el cielo, creciendo y menguando para recordarnos la importancia de
la generosidad.
Compartir
la abundancia es un aspecto importante de Mabon. Pero la necesidad,
como enseña la Luna, puede aparecer en cualquier momento. Compartir
nos hace a todos más ricos.
Medita
sobre esta verdad en la Luna Llena de septiembre:
Luna
generosa, te compartiste a ti misma.
Inspírame
para compartir mi riqueza.
-Natalie
Zaman
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