Hace
siglos, los alimentos principales en el hogar de la cocina en los
fríos meses de enero y febrero eran probablemente guisantes, judías
y cultivos de raíces. Si la familia era afortunada, podían comer
carne de caza. Suficiente, sí, pero comer a diario carne de caza o
legumbres insípidas podía potenciar la lúgubre atmósfera de la
estación.
Introduce
la ajedrea. Para los romanos, la robusta y semi perenne ajedrea era
considerada un regalo de los sátiros, criaturas mitad hombre y mitad
cabra que vagaban por el bosque adyacente. Las hojas de ajedrea dan
un toque cálido picante a las comidas. A los cocineros medievales
les gustaba usarla como un tratamiento fiable para la indigestión.
Cuando se toma como infusión, se dice que la ajedrea eleva la
conciencia psíquica, lo cual la hace perfecta para ceremonias de
Luna Llena que implican la adivinación.
De
una forma y textura similares al romero, la ajedrea es una de las
hierbas favoritas en los jardines de nudo para los Tudor. Quizás les
gustaba tenerla a mano en caso de una picadura de insecto. Cuando se
machacan las hojas y se frotan con la piel, pueden eliminar
rápidamente el dolor de una picadura.
-J.
D. Hortwort
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