Resulta irónico que el dios Cagn, seguido por los hotentotes y los bosquimanos de Sudáfrica, a veces adoptara el aspecto de una mantis, dado que la hembra suele comerse al macho después de reproducirse. Aun así, este sacrificio supone poder; una mantis hembra bien alimentada es más probable que produzca huevos sanos, y el macho es su primera comida. Muchas de las historias de Cagn tienen que ver con su muerte y resurrección, y en algunas iniciaciones, también aparece tras haber resurgido.
Podemos pensar en el macho de la mantis como si hubiera renacido en sus hijos, un renacimiento facilitado y compartido por la hembra. Tenemos mucho que aprender de este sacrificio; a veces renunciamos a cosas (aunque sea a regañadientes) en nuestro sendero espiritual sólo para descubrir más adelante que somos más fuertes.
Algunas veces el sacrificio no es tan difícil. Las mantis representan buena suerte en numerosas culturas, en las que nos advierten que no les hagamos daño ni las matemos. Hacer que nuestro jardín sea un lugar seguro para las mantis tal vez sólo sea cuestión de no utilizar pesticidas y de compartir un poco de espacio con estos diminutos depredadores. A cambio, obtendremos una reducción de las plagas de insectos que, de lo contrario, se comerían nuestras plantas, y la presencia y admiración de pequeños vecinos fascinados.
-Lupa
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