El
solsticio de invierno es una época de optimismo, celebración y
alegría.
En
el movimiento del ciclo anual, el día más corto y la noche más
larga del año son una clara indicación de que todo se mueve hacia
el resplandor y la calma. Aunque todavía quedan días fríos y
desafiantes por delante, hay luz al final del túnel (en sentido
bastante literal).
En
la mitología, esto se ve como e nacimiento del Divino Niño, el hijo
que aparece en varias culturas como Mitra, Horus, Balder, Apolo,
Dionisio y Lug, por nombrar algunos. Es el hijo del Sol, que promete
traer el triunfo de la paz y el orden sobre los días de oscuridad y
caos.
En
nuestro paisaje interno, Yule es un momento perfecto para reavivar la
luz interior. Pregúntate cuál es tu luz. ¿Cuál es el talento
particular que refleja tu singular contribución? ¿De qué manera
eres un regalo para el mundo?
Yule
nos recuerda que cada uno de nosotros lleva esa chispa inefable de lo
divino en nuestro interior. Aunque a veces esté enterrada bajo una
esterilidad helada, apenas necesita un pequeño cambio para que su
resplandor empiece a transformarse en fuerza una vez más.
-Tiffany
Lazic
No hay comentarios:
Publicar un comentario