El sapo fue un compañero habitual de las brujas en muchos países europeos de la época medieval, aunque fue antes de que Zoroastro declarase que eran seres diabólicos a los que había que destruir. Algunas culturas creían erróneamente que los sapos eran venenosos, y utilizaban su cuerpo para brebajes y hechizos mágicos.
Todo esto parece fundamentarse en cuestiones superficiales, como el hecho de que tienen la piel rugosa y habitan zonas embarradas. Del mismo modo que los sapos no provocan ni curan las verrugas, buena parte del saber sobre ellos se basa en exageraciones o en atribuciones que no se corresponden con la realidad.
Los sapos son especiales debido al lugar que ocupan en el ecosistema. Impiden que las poblaciones de insectos crezcan sin control y son un valioso alimento para otros animales. Y, como todos los anfibios, son muy sensibles a los cambios en su ecosistema: muchas especies se han reducido drásticamente en los últimos veinte años. Por todo eso, representan figuras importantes de la destrucción ecológica .
Los sapos nos anclan a la realidad física. Aunque trabajar con los espíritus y la magia puede ser importante, todo debe estar arraigado al día a día para que tenga sentido. Si hacemos caso omiso de los peligros que afrontan los sapos y los demonizamos con ideas falsas, podríamos perderlos, y eso sería inaceptable.
-Lupa
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